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El vendedor de tiempo

Érase una vez un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio, en un pisito común, con una hipoteca de por vida. Nada fuera de lo normal. Salvo por una afición de juventud, quizás una obsesión: el estudio del sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja, afición ésta a la que no se podía dedicar por falta de tiempo y que con el paso de los años resultaría ser... ¡una bomba de relojería!



"Ay, si fuera dueño de mi propio tiempo!", se quejaba nuestro tipo corriente.



Éste es el protagonista de nuestra historia, un anónimo ciudadano que, con una irracional idea de negocio en la que nadie cree, pone en jaque a la sociedad de consumo. Un tipo corriente que demuestra que cualquier sistema económico que no respete los derechos esenciales de los individuos está abocado al fracaso.



Esta es la historia de un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio y que como la mayoría de los españoles, trabajaba mucho y duro para hacer frente cada mes a la descomunal hipoteca que tenía firmada. Su vida sólo giraba en torno al trabajo, no tenía tiempo ni para su mayor hobby: estudiar el sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja. Como decimos todo era insatisfacción y monotonía, hasta que un día decide hacer un balance de su vida. Apuntó por un lado todos los bienes que poseía y por otro, lo que debía. La terrible conclusión a la que llegó es que -casi sin darse cuenta-, había hipotecado su vida. Había "vendido" su tiempo al sistema -los 35 años que tardaría en pagar la hipoteca-, y en cambio el sistema no le debía nada a él. "¡Ay, si fuera dueño de mi propio tiempo!"... exclamó. El economista Fernando Trías de Bes, coautor con Alex Rovira del libro "La Buena Suerte", nos invita a reflexionar sobre el sistema, sus exigencias y los valores realmente importantes en la vida.
 

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Érase una vez un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio, en un pisito común, con una hipoteca de por vida. Nada fuera de lo normal. Salvo por una afición de juventud, quizás una obsesión: el estudio del sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja, afición ésta a la que no se podía dedicar por falta de tiempo y que con el paso de los años resultaría ser… ¡una bomba de relojería!



»Ay, si fuera dueño de mi propio tiempo!», se quejaba nuestro tipo corriente.



Éste es el protagonista de nuestra historia, un anónimo ciudadano que, con una irracional idea de negocio en la que nadie cree, pone en jaque a la sociedad de consumo. Un tipo corriente que demuestra que cualquier sistema económico que no respete los derechos esenciales de los individuos está abocado al fracaso.



Esta es la historia de un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio y que como la mayoría de los españoles, trabajaba mucho y duro para hacer frente cada mes a la descomunal hipoteca que tenía firmada. Su vida sólo giraba en torno al trabajo, no tenía tiempo ni para su mayor hobby: estudiar el sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja. Como decimos todo era insatisfacción y monotonía, hasta que un día decide hacer un balance de su vida. Apuntó por un lado todos los bienes que poseía y por otro, lo que debía. La terrible conclusión a la que llegó es que -casi sin darse cuenta-, había hipotecado su vida. Había «vendido» su tiempo al sistema -los 35 años que tardaría en pagar la hipoteca-, y en cambio el sistema no le debía nada a él. «¡Ay, si fuera dueño de mi propio tiempo!»… exclamó. El economista Fernando Trías de Bes, coautor con Alex Rovira del libro «La Buena Suerte», nos invita a reflexionar sobre el sistema, sus exigencias y los valores realmente importantes en la vida.
 

“El vendedor de tiempo”

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