El Conferenciante
El Conferenciante
Imparto conferencias casi todas las semanas. Es, junto a la escritura, la actividad a la que dedico mayor parte de mi tiempo. Importante: no hablo de cualquier tema. Hablo solo de temáticas sobre las que se dé alguna de estas condiciones: que haya trabajado en ello; que haya escrito sobre ello; que haya investigado sobre ello. Si no, prefiero rechazar la solicitud de conferencia.
Para mí, conferenciar no es solo hablar. Entraña mucho más. Conocer al público que vas a tener delante: qué les preocupa, en qué situación empresarial se hallan, cuáles son sus prioridades. Siempre digo que en una hora un conferenciante no va a virar el rumbo de una empresa, pero puede poner la semilla para que muchas personas de la organización modifiquen su actitud o decidan sumarse a una nueva forma de hacer, a un nuevo proyecto empresarial a una nueva forma de organizarse.
Las empresas son personas. Soy un humanista convencido. La conferencia, el seminario, la formación, la intervención presencial ante un equipo es una herramienta muy poderosa de comunicación. Un conferenciante no ha de buscar su lucimiento personal. Mi objetivo cuando imparto conferencias es otro: transformar a las personas que tengo delante. Ni que sea un poquito. Lo suficiente para que haya un antes y después.
Siempre pregunto a mis clientes cuando me solicitan intervenir ante sus equipos humanos: ¿qué os gustaría que haya cambiado tras mi intervención? Así me planteo yo esta profesión.
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